Hola amigo español!
Tengo
diez años y vivo en Somalia; mi país está
situado en lo que se llama el Cuerno de África y limita con otros países
africanos como Etiopía, Kenia, Yibuti... En mi país
hay ciudades importantes como la capital, Mogadiscio, pero la mayoría
de nosotros somos nómadas, vamos de un lado a otro del país
con nuestras tiendas de campaña, nuestra familia y todas nuestras
posesiones.
Viajamos
tanto porque tenemos que llevar a nuestros ganados a pastar donde haya algo de
comida, pero es muy difícil de encontrar porque en mi país
hay grandes extensiones de desierto y sabana y ahí
crecen muy pocas plantas y no hay agua para
beber... Solo hay dos ríos
importantes en todo el país, Yuba y Shebelle, y el clima es muy seco y
caluroso por lo que lo pasamos fatal.
Mi
tribu tiene rebaños de vacas, camellos, ovejas y cabras. Pero
rara vez matamos a estos animales para comer, porque tenemos que llevarlos a
las ciudades para venderlos, así que pasamos mucha, muchísima
hambre... Tanta que mi madre nos prepara a veces una papilla a base de picante,
nos pica mucho en la boca, pero nos adormece el estómago
para que no sintamos el dolor. Y también pasamos mucha sed, algunas
veces los más ancianos de la tribu han muerto en el desierto de calor y de sed...
además en el desierto no hay médicos Si te enfermas no hay
mucho que hacer... También se mueren muchos niños
y las personas mayores con cuarenta años ya son unos ancianos.
Me
han contado que en tu país hay personas de setenta años
y más, ¡sí que deben estar arrugados!, ¿cómo
conseguís vivir tanto? También me han contado que coméis
tres o cuatro veces al día... ¡ sois muy valientes, en mi estómago
no cabría eso!, nosotros como mucho comemos una vez al día,
a veces no comemos en varios días... para eso está
la papilla picante de mamá. Entonces, ¿estáis
muy gordos o sois muy altos?... Lo que sí seréis
es fuertes, porque comer te da energía, yo a veces casi no puedo
levantar los pies del suelo porque no tengo fuerza en las piernas, pero el día
que puedo comer, corro y corro sin parar.
En mi tribu hay un maestro y me ha enseñado a leer y escribir, así que casi soy el más sabio de todos, mis padres no saben ni leer ni
escribir, ni la mayoría de
los adultos. Bueno, te dejo. A ver si un día nos vemos y seguimos aprendiendo juntos. Me ha
encantado hablar contigo. Escríbeme.
Tu amigo, Samuel.